Era una pequeña ratita de biblioteca. Ni muy alta ni muy baja, eso sí, estaba entrada en carnes, aunque la verdad no se consideraba gorda.
Pasaron más de mil libros por sus manos chiquitas y ásperas. Era de esas que decían que los chicos interesantes no se encontraban un sábado a las 12 en cualquier bar perdido por el centro de la ciudad, los chicos interesantes estaban escondidos en pequeños rincones de los conciertos más grandes y en las grandes salas de las bibliotecas más pequeñas.
Sin embargo, ¿qué podría decir yo del señor Verde? Pues que era un joven perro que divagaba entre las calles mojadas y los parques nublados de esta pequeña ciudad, sin un duro en su cartera y ni una pizca de consciencia en su cabeza. Y era el chico más interesante que os cruzareis en vuestra vida
¿Qué piensas del destino? porque yo digo que es una chorrada, pero ¿sabes? les hizo encontrarse la peor tarde de Marzo.
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